La esteatosis hepática no alcohólica –esto es, el consabido ‘hígado graso’– se corresponde con la enfermedad hepática más común el todo el mundo. De hecho, un 30% de la población general y hasta un 70-90% de las personas con obesidad o diabetes tipo 2 padece esta enfermedad. No en vano, el sobrepeso y la obesidad son el principal factor de riesgo para su desarrollo, razón por la que la primera medida que deben adoptar los afectados es bajar de peso.
Un aspecto a tener muy en cuenta dado que la enfermedad, lejos de resultar inocua, puede provocar que el paciente acabe requiriendo un trasplante de hígado. Y en este contexto, un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Federico II de Nápoles (Italia) muestra que el consumo diario de café es también una medida para revertir el ‘hígado graso’. O así sucede, cuando menos, en modelos animales –ratones.
Como explica Vincenzo Lembo, director de esta investigación presentada en el Congreso Internacional del Hígado 2016 de la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL) que se está celebrando en Barcelona, «estudios previos ya habían demostrado que el café puede revertir el daño causado por la esteatosis hepática no alcohólica, pero en nuestro es el primero en demostrar que también puede influenciar la permeabilidad del intestino. Además, nuestros resultados también demuestran que el café puede revertir los problemas asociados a la esteatosis hepática no alcohólica como la ‘degeneración balonizante’, un tipo de degeneración de las células hepáticas».
Concretamente, el consumo de café se asoció con una mayor reducción de los niveles de colesterol, de alanina aminotransferasa –enzima cuyos niveles en sangre se ven incrementados en caso de daño hepático– y de ‘degeneración balonizante’. Es más; comparados frente a los animales que siguieron el mismo tipo de dieta, aquellos que recibieron café acabaron perdiendo peso.
Y este efecto protector del café sobre el ‘hígado graso’, según los autores, se debe porque el café eleva los niveles de una proteína llamada ‘zonulina-1’, que disminuye la permeabilidad del intestino. Y es que como indican los investigadores, «creemos que una permeabilidad intestinal incrementada contribuye al daño hepático y empeora la esteatosis hepática no alcohólica».
Fuente: Abc.es